La serpiente ha sido por siglos un ente lleno de misterio y de magia. Su caminar hipnotiza, su ataque aterra y su veneno mata. La serpiente es temida y adorada en los mitos de numerosos pueblos por su veneno, aunque también se la considera símbolo de vida, ya que todos los años muda de piel. Gran parte de las culturas de la antigüedad la consideraban una divinidad y, por lo tanto, le brindaban culto. Hacia 1600 a.c., los habitantes de Creta rendían culto a la diosa Serpiente, quien tenía un santuario en el palacio de Cnosos, a quien le atribuían la propiedad curativa de la Madre Tierra; sin embargo, es muy posible, que la presencia de la serpiente en la cultura griega, tenga su antecedente inmediato en la cultura egipcia. Es de todos conocido el gran prestigio del que gozaba la medicina egipcia en aquellos tiempos, así como también es conocida la presencia del reptil en la simbología egipcia; el tocado de Cleopatra tenía en la frente una víbora Aspid (el suicidio de Cleopatra según versa la leyenda fue por la mordedura de esta misma culebra).
Del culto a la serpiente surgieron dos símbolos: el caduceo y la vara de Esculapio; los dos incluyen una vara, que según diversas opiniones representa una varita mágica, un báculo, una cayada de pastor o un símbolo fálico. Generalmente se considera que significa el árbol de la vida, pero todo esto pertenece a la mitología. La palabra caduceo deriva del griego kadux que significa heraldo o embajador, y del término latino caduceum derivado de cadere (caer) y se le atribuyen a ese símbolo dotes para calmar o apaciguar. En principio se aplicó este nombre a una vara o caña que representaba autoridad. Originalmente el caduceo consistía en una rama de olivo con dos hebras de lana, las cuales se han ido substituyendo sucesivamente por dos cintas blancas y después por dos serpientes entrelazadas y mirándose cara a cara. La rama de olivo se convirtió finalmente en una vara con puño y dos alas extendidas.
Según la mitología griega, Mercurio hizo una lira de un caparazón de tortuga y su música agradó tanto al dios Apolo que le hizo el embajador de los dioses. Adonde quiera que fuere Mercurio llevaba consigo el caduceo como varita mágica. Sus obligaciones incluían llevar mensajes a los dioses y promulgar asambleas. En cierta ocasión separó Mercurio dos serpientes que estaban enzarzadas en mortal combate; desde entonces empezó a repartir mensajes entre enemigos y la varita se convirtió en símbolo de neutralidad. Mercurio también presidía el acto del coito, y quizá por esta razón el caduceo lleva dos serpientes: macho y hembra. Además de pacificador, Mercurio era dios de los mercados, patrón del comercio y del juego de dados. Con su fascinadora elocuencia convencía de que el mal era el bien.
En Mesopotamia, el hijo de la divinidad Ninazu aparece representado por una culebra. Así mismo, una culebra enroscada en la vara del dios griego Asclepio (Esculapio para los romanos) es todavía hoy el símbolo de los médicos. Asclepio es hijo de Apolo, que entre otras responsabilidades tenía la de ser el dios de la medicina en la mitología griega. La vara de Esculapio, una vara con una serpiente enroscada, apareció como emblema unos 800 años a.c., en tiempos de Homero.
Según la mitología, Esculapio era hijo de Apolo y de Coronis; ésta era hija de Flegias, rey de Tesalia. Encolerizado Apolo porque Coronis estaba enamorada del hijo de Eratos, cuando nació su hijo lo dejó abandonado en el Monte Titón, donde una cabra cuidaba de su nutrición y un perro de su seguridad. Un pastor encontró al niño y lo entregó al cuidado del centauro Girón, quien le enseñó la medicina y a partir de ahí sus poderes curativos se vuelven famosos en todo el país. Según otra leyenda, Esculapio estaba asistiendo a Glauco, cuando bruscamente cayó éste mortalmente herido por un rayo. Apareció en la habitación una serpiente y Esculapio la mató con su bastón; otra serpiente entró y re vivió a la primera, metiéndole unas hierbas en la boca. Con estas mismas hierbas, se dice que Esculapio logró resucitar a Glauco.
En Epidauro, el posterior lugar de culto de Asclepio, los sacerdotes modifican este mito y lo propagan a partir del siglo VI/V a de C. Los sacerdotes de Epidauro amplían, además, la familia de Asclepio para el culto curativo. Así gana una esposa, Epiona «la dulce» y varias hijas: Hygieia, la «salud» (de la que deriva el término higiene), y Akeso, así como Laso y Panakeia (panacea) «la que todo lo cura». En las representaciones gráficas, Asclepio siempre aparece con dos símbolos: la serpiente y el perro. Por otra parte, el bastón de Asclepio con la serpiente enroscada, era en sus orígenes un simple palo que le servía de apoyo; sin embargo esta imagen del bastón con la serpiente ha seguido vigente convirtiéndose en un atributo distintivo del dios.
En la isla griega de Cos surge uno de los centros más famosos del culto a Asclepio, que a partir de los siglos V-VI se extiende de Grecia hacia todo el imperio romano. Los enfermos que visitaban el santuario de Asclepio tenían la esperanza de que el dios médico los curara mientras dormían. Los templos dedicados a Esculapio se llamaban asclepiones. El famoso Santuario de Epidauro (Peloponeso) fue probablemente el primer asclepión. Tenía uno de los mayores teatros del mundo antiguo; allí los enfermos encontraban por lo menos alivio mental. El culto a Esculapio pasó a Roma en los primeros años del siglo III a.c Esculapio existió realmente en Tesalia, y era un médico de gran fama. Después de su muerte fue deificado y entonces empezaron las leyendas, siendo venerado en Atenas y Corinto, y en Pérgamo, ciudad donde nació Galeno. Epidauro se halla cerca de Atenas, un santuario médico muy importante en tiempos antiguos. En esta ciudad Esculapio asistía a miles de enfermos que acudían de todo el litoral del Mediterráneo.
A ruegos de Plutón, dios de los infiernos, Júpiter hizo morir a Esculapio porque éste curaba los enfermos y resucitaba los muertos, y el infierno se quedaba desierto. Por solicitud de Apolo, Esculapio quedó inmortalizado, permaneciendo entre las estrellas en el cielo.
No se sabe con certeza si en tiempos de Homero se consideraba a Esculapio ya como un dios o sólo como un médico que lograba curaciones asombrosas. En La Ilíada se le representa como aristócrata, caudillo y médico; sus hijos Macaón y Podalirio participaron en el sitio de Troya como médicos y militares. El caduceo no se empezó a usar como emblema de la medicina hasta que el aristócrata William Butts, médico del rey Enrique VIII de Inglaterra lo incluyó en su escudo nobiliario; tres siglos más tarde, la Casa Editorial de Libros Médicos, J. S. M. Churchill, siguió el ejemplo de Froeben. En 1856, el Servicio del Hospital de la Marina (EE.UU.), antecesor del actual or ganismo de la Salubridad Pública, pensó que el caduceo sería un buen símbolo para significar el carácter no combatiente de la clase médica. Finalmente, en 1902 fue adoptado oficialmente por el cuerpo médico del Ejército de los Estados Unidos, en substitución de la Cruz de San Juan.