Ishtar (Inanna en fuentes sumerias) es una diosa mesopotámica primordial, asociada principalmente con el amor y la guerra. La evidencia escrita más antigua que tenemos de una deidad le pertenece a esta poderosa diosa mesopotámica. Aunque no es muy conocida en la actualidad, esta importante divinidad antigua tuvo un papel complejo e influyente en las religiones y culturas del Antiguo Oriente Próximo.
En el mundo antiguo, es practicamente imposible no recalcar la prominencia de Inanna/Ishtar. Como era la diosa más emblemática de Mestopotamia, su gran influencia se veía arraigada en muchos aspectos de la vida de sus devotos, siendo venerada a lo largo del amplio alcance geográfio del Antiguo Oriente Próximo, durante un periodo de la historia que se extiende por miles de años. Ishtar proviene de una época muy temprana en la historia de complejas civilizaciones, con su culto atestiguado en Uruk ya a finales del siglo IV a.C.
La evidencia de Ishtar proviene de Mesopotamia, un area del Antiguo Oriente Próximo, que generalmente se considera situado geográficamente entre el Tigris y el Éufrates. Aunque existe un debate continuo sobre la extension territorial exacta de Mesopotamia, se considera que corresponde aproximadamente a los territorios de los actuales países de Irak, Kuwait, y partes de Siria, Irán, y Turquía. Mesopotamia fue el lugar de muchos de los grandes imperios que existieron en el mundo, incluyendo el Acadio, el Babilónico y el Asirio.
Ištar o Ishtar era la diosa babilónica del amor y la belleza, de la vida, de la fertilidad, y patrona de otros temas menores. Se asociaba principalmente con la sexualidad: su culto implicaba la prostitución sagrada; la ciudad sagrada Uruk se llamaba la “ciudad de las cortesanas sagradas”, y ella misma fue la “cortesana de los dioses”. Ištar tenía muchos amantes; sin embargo, como señala Guirand:
“¡Ay de aquel a quien había honrado Ištar, la diosa caprichosa trataba cruelmente a sus amantes de paso, y los infelices desgraciados suelen pagar un alto precio por los favores amontonados en ellos. Los animales, esclavizados por el amor, perdían su vigor nativo: cayeron en las trampas colocadas por los hombres o fueron domesticados por ellos. ‘¡Tú has amado al león, poderoso en fortaleza’, dice el héroe Gilgameš a Ištar, ‘y has cavado pozos para él siete y siete! Has amado al corcel, orgulloso en la batalla, y le has destinado el cabestro, el aguijón y el látigo'”.
Incluso para los dioses el amor de Ištar fue fatal. En su juventud la diosa había amado a Tammuz, dios de la cosecha y, de acuerdo con la epopeya de Gilgamesh, este amor causó la muerte de Tammuz.
Se asocia en otras regiones con diosas como Inanna en Sumeria, Anahit en la antigua Armenia (Urartu), Astarté (Asera) en Canaán, Fenicia y en las religiones abrahámicas. Ištar, Inanna y estas diosas representan el arquetipo de la diosa madre.
En Sumeria era conocida como Inanna (siendo dos diosas distintas que representan lo mismo) y posteriormente en Babilonia, y en su zona de influencia cultural en todo Oriente Medio, recibe los títulos honoríficos de Reina del Cielo y Señora de la Tierra.
Para Joseph Campbell Ištar/Inanna, que amamanta al dios Tammuz, es la misma diosa que Afrodita y que la egipcia Isis, que alimenta a Horus.
Ishtar tuvo un impacto significativo en las imágenes y cultos de muchas diosas posteriores, incluyendo a la icónica diosa griega del amor Afrodita, y otras diosas muy conocidas, como Astarté. Muchas deidades femeninas del periodo clásico, como Afrodita, Artemisa, y Atenea, han continuado siendo símbolos culturales importantes. Por su parte, la imagen de Ishtar no ha gozado de tal perdurabilidad. De ser una de las antiguas deidades mesopotámicas más ampliamente documentadas, Ishtar ha caído en un olvido casi absoluto.
Que Ishtar sea desconocida en la epoca moderna es probablemente el resultado de varias causas, pero lo más seguro es que tenga que ver con la desaparición del sistema de escritura cuneiforme. Durante más de 3000 años, la escritura cuneiforme fue el principal medio de comunicación en todo el Antiguo Oriente Próximo, y en partes del Mediterráneo. Cayó en desuso alrededor del año 400 d.C., aunque los procesos involucrados en este cambio siguen siendo todo un enigma. La influencia de Ishtar en el mundo antiugo desapareció a medida que lo hizo también la escritura utilizada para registrar sus mitos y profecías.
Inanna/Ishtar es a menudo presentada con aspecto antropomórfico en los mitos. En la poesía de amor sumeria, ella es descrita como una mujer joven que vive en casa con su madre, Ningal, y su padre Nanna (el dios mesopotámico de la luna, también conocido como Sin). Su hermano gemelo es Utu (el semítico Shamash), la deidad solar, vinculado con el concepto de la justicia. La propia Ishtar está relacionada a un cuerpo celestial: Venus, la estrella de la mañana y el atardecer. Dumuzi (el semítico Tammuz) es el consorte de la diosa, apareciendo en los mitos como el pastor rey. La madre de Dumuzi es la diosa Duttur, y su hermana es Geshtinanna.
Las fuentes antiguas sobre Ishtar, aunque extensas, son fragmentarias, incompletas y difíciles de contextualizar. La naturaleza problemática de las evidencias de Ishtar es sorprendente si se tiene en cuenta el elevado estatus de la diosa y su duradera influencia en el mundo antiguo. Estos problemas con su evidencia pueden considerarse en gran medida (aunque no exclusivamente) el resultado de la antigüedad de la diosa. Entre las fuentes literarias antiguas, la diosa es conocida sobre todo por su aparición en dos de los mitos más famosos de Mesopotamia: la Epopeya de Gilgamesh y el Descenso de Ishtar al Inframundo.
La Epopeya de Gilgamesh
La Epopeya de Gilgamesh es una de las obras más antiguas conocidas de la literatura épica en el mundo, llegando a nosotros en numerosas versiones. La historia narra el viaje del joven héroe Gilgamesh, un rey semi-divino de la ciudad de Uruk. En la Versión Babilónica Estándar de la Epopeya de Gilgamesh, Ishtar aparece más prominentemente en la Tablilla VI. En ella, se describe a Gilgamesh bañándose y limpiando sus armas después de luchar con el Guardián del Bosque, Humbaba, en un punto anterior de la narrativa. Ishtar admira la belleza del joven rey y lo mira con codicia. Ella le propone matrimonio y le ofrece unos buenos incentivos para endulzar el arreglo. Gilgamesh, al parecer, no quiere casarse con Ishtar, y toma la cuestionable decisión de rechazarla con términos nada halagadores.
En su negativa a la propuesta de Ishtar, Gilgamesh compara a la diosa con una puerta trasera toda agujerada, un ariete de guerra defectuoso y un zapato que rasga los pies de su dueño. Este último insulto puede ser visto como siniestro, ya que en el antiguo sistema de adivinación, una rasguño provocado por una sandalia mal ajustada se consideraba un presagio con consecuencias potencialmente fatales.
Ishtar se muestra muy angustiada por el cruel rechazo de Gilgamesh. Ella se dirige a los cielos para visitar a la deidad del cielo, Anu. Haciendo uso de amenazas y chantajes emocionales, la diosa persuade al dios mayor para que le preste el Toro del cielo. Su plan es utilizar al poderoso guerrero bovino para vengarse de Gilgamesh. Cuando Anu finalmente acepta, Ishtar lleva al Toro de regreso a la tierra. El toro cósmico (asociado con la constelación, de Tauro) lucha contra Gilgamesh y su compañero, Enkidu. Los dos héroes logran matar a la gran bestia, e Ishtar, junto con las mujeres de la ciudad, se lamenta al ver el cuerpo del Toro.
Descenso de Ishtar al Inframundo
Ishtar y su esposo pastor, Tammuz (los Sumerios Inanna y Dumuzi), son los protagonistas divinos de una de las historias de amor más antiguas del mundo. A pesar de tener una relación íntima y amorosa según la poesía sumeria, el romance no termina en una felicidad duradera para la pareja. Una vez que Ishtar y Tammuz se han unido, pronto son separados por la deslealtad, la muerte y algunos demonios del inframundo.
Ištar, señora del firmamento, poderosa diosa del amor y de la guerra. Su primer esposo fue su hermano Tammuz. Al morir Tammuz, Ištar descendió a los infiernos para arrancarle a su hermana, la terrible Ereškigal, el poder sobre la vida y la muerte.
Después de darle instrucciones a su sirviente Papsukal, de ir a rescatarla si no regresaba, Ištar descendió a la tierra de las tinieblas, Irkalla. Comenzó valiente y desafiante, gritando al portero que abriera la puerta antes de que la echase abajo. Pero en cada una de las siete puertas era despojada de una de sus prendas, y con ellas se iba despojando de su poder, hasta que llegó desnuda e indefensa ante Ereškigal, que la mató y colgó su cuerpo en un clavo.
Con su muerte, todo el mundo comenzó a languidecer. Pero el fiel Papsukal llegó hasta los dioses y les pidió que creasen un ser capaz de entrar en el mundo de los muertos y resucitase a Ištar con la comida y el agua de la vida. Así es como Ištar volvió a la vida, pero tenía que pagar el precio: durante seis meses al año, Tammuz debe vivir en el mundo de los muertos. Mientras está allí, Isthar ha de lamentar su pérdida; en primavera, vuelve a salir y todos se llenan de gozo.
El mito del Descenso de Ishtar al Inframundo cuenta la historia del viaje de la diosa al averno, el hogar de su hermana, Ereshkigal . Si bien se han sugerido numerosas razones que explican el viaje de Ishtar, parece más probable que esté motivada por el deseo ambicioso de aumentar sus propios poderes. La diosa viaja a través de los siete portales del inframundo, quitándose una prenda de ropa en cada uno de ellos. Ishtar finalmente llega desnuda ante su hermana, Ereshkigal, que es la reina del inframundo, y una vez ahí es asesinada.
Esta leyenda es también otra versión para el origen de la llamada “Danza de los siete velos”, la cual cuenta que el amor de Ištar por Tammuz era tan grande que decidió también ir al reino de Ereškigal. Con pasión y determinación, cruzó los siete vestíbulos del submundo, y en cada uno de ellos era despojada de una de sus pertenencias: un velo o una joya. En esta historia el velo representa lo oculto, las cosas que nosotros ocultamos de los otros y de nosotros mismos. Al dejar el velo, Isthar revela sus verdades, y entonces consigue reunirse con su amor.
La muerte de la diosa del amor la deja atrapada en el inframundo y necesita ser rescatada. Con la ayuda de su fiel compañero, Ninshubur, Ishtar es resucitada a través de una ingeniosa conspiración del dios de la sabiduría, Ea (el Sumerio Enki ). El lugar de Ishtar en el inframundo no puede dejarse vacío, y la deidad se levanta junto con un grupo de demonios para buscar un reemplazo. Tras una larga búsqueda, su consorte, Tammuz, es enviado al inframundo en su lugar.
Otros mitos
Aparte del mito del Descenso y el de Gilgamesh, hay una gran cantidad de evidencia textual adicional para esta deidad. Inanna/Ishtar aparece en himnos reales, varios otros mitos, textos proféticos, hechizos mágicos e incluso proverbios. Los poemas más antiguos a Inanna/Ishtar fueron escritos por Enheduanna , el primer autor conocido del mundo en ser identificado individualmente. La poetisa Enheduanna (aproximandamente 2300 a.C) se considera que fue una figura histórica que vivió en Ur , uno de los centros urbanos más antiguos del mundo. Era una sacerdotisa del dios de la luna, y era además la hija de Sargón de Acad (“Sargón el Grande”, 2334-2279 a.C). Muchos de los mitos menos conocidos que mencionan a Inanna han sido publicados solo alrededor de los últimos 50 años. Fue hasta hace apenas en 1983, con la publicación de Inanna, Reina del Cielo y la Tierra, que la diosa comenzó a ser más conocida fuera de los círculos académicos.
Referencia
Ishtar era hija de Sin (dios lunar) o de Anu. En carácter de hija de aquél, era la dama bélica; como descendiente de éste, el exponente del amor, la licenciosidad y la intemperancia y la violencia caprichosa hasta el extremo.
Bajo el aspecto guerrero se le rendía culto en Agade y en Sippar, con el nombre de Anunit. También tiene un carácter astral, ya que personifica a varios astros: a Venus, al Sol, la Luna, y a las estrellas reunidas en constelaciones. De ahí deriva la palabra estelar: todo el firmamento lleno de estrellas, proveniente de su nombre.
Ishtar estaba asociada al planeta Venus como estrella de la mañana, y en las fronteras de Babilonia se la representa mediante una estrella de ocho puntas. También se la representa de pie, completamente desnuda, con las manos encima del vientre, o sosteniéndose los senos, o blandiendo un arco sobre un carro tirado por siete leones.
En su aspecto de divinidad amorosa, Isthar es la protectora de las prostitutas y de los amoríos extramaritales, que por cierto no tenían connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio era un contrato solemne que perpetuaba la familia como sostén del Estado y como generadora de riquezas, pero en el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa.
Ištar no es una diosa del matrimonio, ni es una diosa madre. El matrimonio sagrado o la sacra hierogamia, que se representaba todos los años en el templo babilónico, no tiene un implicación moral ni es modelo de matrimonios terrestres, es un rito de fertilidad altamente estilizado con tonos litúrgicos.
En Sumeria, Inanna es una diosa importante, pero a partir del rey Sargón I de Arcad.
También en la Biblia, en el libro del profeta Jeremías, se le nombra en el capítulo 44 refiriéndose a ella como La Reina del Cielo. Jeremías hace la denuncia de que no se debe adorar a dioses falsos.
La realeza y el legado
Ishtar tenía una relación especial con los gobernantes humanos de Mesopotamia. En su asociación con los reyes mesopotámicos, Ishtar/Inanna está concebida como esposa, amante, hermana y madre, a veces todo dentro de una sola pieza. Aunque su papel muestra versatilidad, la evidencia textual está principalmente vinculada temáticamente por la apariencia física de la diosa, especialmente en su forma femenina. Los afectos de la diosa tenían una función legitimadora para los reyes, con el concepto de “ser rey por amor de Inanna” capaz de remontarse a los orígenes más antiguos de la jerarquía política. Se creía que los afectos de la diosa protegían a aquellos a quienes cuidaba, unificando a familias, comunidades e imperios con vínculos poderosos que se preservaban incluso más allá de la muerte.
Ishtar no es muy conocida en la actualidad, y lo que queda de su imagen ha sido frecuentemente oscurecido por prejuicios historiográficos. La controversia en torno a la imagen moderna de Ishtar se puede observar más claramente en la distorsionada obsesión que gran parte de los académicos tenían sobre la sexualidad de la diosa, tal como se aprecia en las investigaciones hechas en siglo XX. Si bien la sexualidad de Ishtar es un aspecto vital de su imagen, este énfasis en su lado erótico ha eclipsado muchos de los otros elementos importantes de la imagen de la deidad, como su conexión con la guerra y la distribución de justicia, su asociación con la música , la alegría y la abundancia; y sus vínculos religiosos con la muerte y la venganza.
El desconocimiento de los mitos de la diosa en la actualidad ha resultado, en términos generales, en el hecho de que su imagen se puede encontrar sobre todo en obras con aportes míticos particularmente fuertes, como en los géneros de ciencia ficción y fantasía. Es posible vislumbrar alusiones a esta divinidad antigua en series de televisión como Stargate SG-1, Hércules: los viajes legendarios, y Buffy la Cazavampiros. Los mitos de Ishtar también aparecen en las obras escritas de Neil Gaiman, Richard Adams y Robert A. Heinlein.
Hoy en día, una de las más antiguas deidades más antiguas del mundo ha sido reimaginada como un personaje en los cómics modernos. Inanna apareció en los cómics por primera vez en el de Marvel en 1974, Conan el Bárbaro #40, “El diablo de la ciudad olvidada”. En el cómic, el héroe bárbaro Conan es asistido por la diosa mientras lucha contra los saqueadores en una antigua “ciudad olvidada”. La Inanna de Marvel tiene poderes similares a su versión mítica, incluida la capacidad de curación. Ishtar también ha aparecido en DC Comics, junto con su esposo, Tammuz. En en Especial Madame Xanadu #1.1 (1981), los milenarios amantes resucitan, pero solo temporalmente.
Amor y conexiones sociales
Ishtar, quien fuera la primera diosa del amor conocida en el mundo, está vinculada a muchas formas de intimidad emocional. Si bien esta asociación incluye ciertamente el amor erótico, también abarca una variedad de otros tipos de vínculos amorosos. La diosa mantiene relaciones afectuosas con su familia divina y con su sierva, Ninshubur. El amor conectaba a la diosa con los históricos reyes mesopotámicos, en un vínculo único que combinaba los roles de madre, esposa y hermana. Se creía que los afectos de la diosa protegían a aquellos a quienes cuidaba, unificando a familias, comunidades e imperios con vínculos poderosos que se preservaban incluso más allá de la muerte.
En los mitos, Ishtar usa su posición como la diosa del amor y sus extraordinarias habilidades respecto a la función social para incrementar su poder. Aunque generalmente no figura entre los dioses mesopotámicos más dominantes (en épocas variadas, los que dominaron fueron Enlil , Ea, Marduk , Assur o Anu), la habilidad de Ishtar en el uso de conexiones sociales al servicio de sus ambiciones le dio una función distintiva en el panteón . De hecho, la notable capacidad de la deidad para fomentar los vínculos sociales es uno de las constantes de su imagen. La identidad de Ishtar como una poderosa deidad femenina, junto con su patronazgo sobre las relaciones sociales, hace que la valoración de esta antigua diosa sea especialmente relevante para la humanidad en nuestra época moderna.