“Los Druídas nada tienen mas sagrado que el muérdago y el árbol que lo porta, si se trata de un roble”
Plinio
Quizás la imagen más representativa del roble y que se asocia a los druidas, es que era donde recogían el preciado muérdago (hierba parasítica que normalmente crece en estos árboles).
El druida partía en busca del muérdago el sexto día de la Luna nueva y si volvía con las manos vacías, era un mal presagio para aquel pueblo celta o galo. La ceremonia del día sexto de la luna creciente era el ritual del roble: en el claro del bosque, junto al árbol se sacrificaban dos animales y el druída ascendía por sus ramas hacia el cielo, vestido todo de blanco tomaba una porción del muérdago que parasitaba al roble, y mediante una hoz de oro la cortaba para luego ofrendarla sobre un lienzo también blanco.
La ceremonia es realizada por tres personas, que encarnan los tres mandamientos: dos que aguantan, representando el amor y la inteligencia, y la tercera, que corta con la hoz de oro y que representa la voluntad. Esta última se apoya sobre los hombros derecho e izquierdo de sus dos compañeros. De este modo, puede penetrar en el árbol y cortar el muérdago, que es recogido por los dos hombres que le sujetan.
La hoz representa el poder de la Luna y de Saturno, símbolo del conocimiento y de la victoria sobre la muerte. El druida lleva una túnica blanca y canaliza las energías del cielo. La imagen del muérdago como talismán pervivió en las tradiciones y supersticiones de Francia.
El historiador romano Plinio en su Historia natural, nos hablaba ya de estos sacerdotes y magos celtas explicando el complejo ritual del que se servían para su recolección, siempre en determinadas fechas del año y prefiriendo el muérdago nacido en los troncos de los robles. Lo utilizaban para protegerse de los rayos, de la maldad, de las enfermedades, para ayudar a las mujeres a la concepción, para hacerse invisibles, para curar heridas.
El muérdago era su planta mágica por excelencia y los druidas lo recogían cuidando que no tocase el suelo, bien en el solsticio de verano o bien en el de invierno, siendo diferente por ello sus aplicaciones.
Las leyendas sobre el muérdago son innumerables; una francesa nos relata que en su origen esta planta era un árbol pero habiendo sido utilizada para construir la cruz donde Jesucristo sufrió su martirio y muerte, Dios la condenó a no obtener jamás un lugar en la tierra y a tener que depositar sus raíces sobre otros árboles. La leyenda del beso debajo del muérdago nos llega de mano del dios de la paz, Balder, este fue herido y muerto por una flecha de muérdago, esto entristeció mucho al resto de los dioses, que conmovidos por los llantos de la amada de Balder, le restituyeron la vida para que continuase eternamente con su amor. Por ello, en tributo a esta pasión sin fin, Balder ordenó que cada vez que una pareja enamorada pasase por debajo de una rama de muérdago, se besasen para perpetuar su amor.
El muérdago, símbolo de amor eterno
El muérdago, el árbol de Navidad, el acebo, la flor de Pascua, son plantas que simbolizan la Navidad. Todas ellas están rodeadas de magia y de leyenda. El muérdago siempre ha estado asociado al poder y la magia, es símbolo de vida eterna ya desde los druidas. Los sacerdotes y magos celtas tenían un complejo ritual para su recolección, tenían cuidado al recogerlo que no tocase el suelo. Lo hacían bien en el solsticio de verano o bien en el de invierno, siendo diferente por ello sus aplicaciones y prefiriendo el muérdago nacido en los troncos de los robles. Lo utilizaban para ayudar a las mujeres a parir, para protegerse de los rayos y las enfermedades, para curar heridas.
El muérdago era su planta mágica por excelencia. Era y es considerado como hechizo para ahuyentar el mal. Esta planta tiene una gran tradición ritual y posee grandes propiedades medicinales. Las leyendas sobre el muérdago son innumerables, pero quizás la más popular sea la leyenda del beso, leyenda que nos remonta a la mitología nórdica. Esta leyenda viene del dios de la luz y la verdad Balder que fue herido de muerte por una flecha que contenía muérdago. Los dioses conmovidos por los llantos de su amada, le restituyeron la vida para que continuase eternamente con su amor. Por este motivo, el dios Balder en tributo a este amor eterno, ordenó que quedara perpetuado el amor de todas las parejas que se besasen debajo de una rama de muérdago. La leyenda más cercana a nuestros tiempos cuenta que por Navidad, la persona que debajo de una planta de muérdago reciba un beso, encontrará su amor eterno. (Desde que el acebo pasara a ser especie protegida, poco a poco el muérdago ha ido sustituyendo al acebo en la decoración para la fiesta de Navidad, al igual que el acebo es originario de Europa y la mayor diferencia entre ambos es que las bayas- bolitas – del muérdago no son rojas sino blanquecinas).
Cuando hablamos de muérdago a todos nos viene a la mente esa típica escena navideña de una pareja que se siente “obligada” a besarse cuando se encuentra bajo él. Sin embargo, el muérdago tiene un significado mucho más grande que ese. Resulta que se trata de una de las plantas con mayor significado simbólico como protector de las casas y los establos. Era sagrado para los antiguos druidas quienes lo consideraban un símbolo de paz, un poderoso amuleto protector y un bien para cualquier mal físico o mágico. Además de emplearlo con fines terapéuticos, su uso era muy común en los ritos de fertilidad y en las festividades asociadas al final del año celta (1 de noviembre) y al solsticio de invierno (21 de diciembre), fechas en las que se suele recolectar.
El rito de recolectar el muérdago era muy ceremonioso y complicado. Se debía coger el primer día de luna nueva y no se podía cortar con ningún instrumento de hierro o acero. Los druidas utilizaban una hoz de oro para cortarlo e inmediatamente lo ponían en una prenda blanca evitando que tocara la tierra o cayera al suelo. El muérdago más valioso era el que crecía en los robles, el árbol sagrado de los celtas. Con él confeccionaban guirnaldas y adornaban las casas para proteger a sus moradores de espíritus maléficos y evitar visitas indeseadas. Desde entonces se consideró una defensa contra brujas y demonios y se extendió la costumbre de colocar unas ramitas en las entradas de las casas. Y como este es el lugar de intercambio de besos con las visitas que llegaban, se creó esa vinculación que existe entre el muérdago y los besos. La planta, además, protegía de una forma especial a las parejas que se besaban en ese momento de feliz encuentro. Algunas leyendas cuentan que sus poderes mágicos provienen de que fue creado como un elemento que no es del cielo ni de la tierra pues sus raíces no tocan nunca la tierra ni se sostiene por sí mismo en el aire.
El muérdago, una de las plantas más legendarias de la historia de la Botánica, relacionada con los celtas, cuyos sacerdotes (druidas) la consideraban la panacea de todos los males, sigue siendo uno de los símbolos de la Navidad, y también de la inmortalidad.
El muérdago (muédago o liga en castellano; vesc en catalán; mihura en euskera, y visco o visgo en gallego) es un arbusto pequeño cuyo grosor no sobrepasa el metro de diámetro. Esta planta semiparasitaria, que atrae agua y sustancias minerales de la planta sobre la que crece, se considera un vegetal del reino intermedio (ni árbol ni arbusto) y, según la leyenda, se originaba allí donde el rayo había caído sobre un árbol, preferentemente una encina o roble.
Es símbolo de buena suerte, otorgando, además, la fortuna a quienes se besan bajo esta planta durante la Navidad.
En las leyendas célticas, el muérdago siempre ha estado vinculado a los robles y encinas, para, como planta parasitaria, extraerles las riquezas que precisa para vivir, pero con unos límites que la naturaleza ha impuesto a esta planta para no estrangular a la anfitriona.
Los druidas le atribuian a esta planta poderes maravillosos, entre los cuales se encontraba evitar las heridas, para protegerse de los rayos, de la maldad, de las enfermedades, para ayudar a las mujeres a la concepción, para hacerse invisibles, para curar heridas y la sanación de la epilepsia. También acostumbraban a cortar las ramas del muérdago de las encinas con una hoz de oro, para ser luego ofrecida a las divinidades coincidiendo con el sacrificio del toro.
El color amarillo de la rama seca de muérdago se creía apto para descubrir tesoros enterrados. La varita mágica dorada, fabricada con muérdago, abrió a Eneas la puerta del Infierno, según la mitología de la Grecia clásica.
El muérdago no simboliza la sabiduría, pero sí los árboles sobre los que se desarrolla (encina y robles). El muérdago es transportado por los pájaros del cielo, reforzando el simbolismo de inmortalidad. En este sentido, queremos recordar a Von Ranke-Graves, erudito en la simbología de la historia.
No estaban los antiguos druidas muy equivocados cuando consideraron al muérdago como su planta mágica, sus propiedades terapéuticas están hoy más que demostradas. Ahora solo nos resta comprobar si un beso dado bajo un pequeño ramillete verde de esta planta realmente tiene la facultad de concedernos el amor eterno y toda la suerte que necesitamos para comenzar este año que entra.