Mitologia Vasca

Mitología Vasca

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Los vascos mantienen una lengua, el euskera, que no tiene relación con ninguna de las que le rodean y que se estima es anterior a la entrada de los pueblos indo-europeos, como el Celta. Entre las diversas hipótesis del origen de los vascos una de ellas señala la permanencia, al menos desde el neolítico en el territorio que ocupan.

La lengua expresa una base cultural concreta que ha ido evolucionando con el tiempo y las interrelaciones con otras culturas que llegaron al territorio. La más influyente, fue la romana y la introducción, desde ella, del cristianismo, que vino a sustituir la antigua religión que se desarrollaba en las tierras que ocupaban los hablantes del euskera en aquellos tiempos. El Cristianismo, impuso sus formas y enmascaró los cultos y deidades autóctonas que fueron conformando el universo mitológico vasco.

A pesar de la cristianización sufrida por el pueblo vasco en el último milenio y de las persecuciones de la Inquisición – especialmente durante el Siglo XVII que cuentan en sus anales dos de los más cruentos episodios de la Inquisición: los procesos de Logroño contra la llamada “secta de las brujas de Zugarramurdi” y el de Bayona, en el País Vasco francés -, el pueblo vasco ha conservado numerosas leyendas que dan cuenta de una antiquísima mitología propia.

Por otra parte estos temas mitológicos se incluyen en el resto del complejo vasco aquitano, encontrándose el Basajaun en el Pirineo Aragonés o los omes granizos similares a los Jentillarri, y especialmente residuos de la secta brujesca por todo el Pirineo.

Creencias

El Sol fue endiosado y se le ha venerado con dólmenes, casas y tumbas mirando al sol. También se venera a la Luna y se creía que era la luz de los muertos. Un día a la semana era dedicado a la luna cuyo día se reunían las brujas. Las fases lunares median el tiempo. El cielo también era venerado, teniendo un día de la semana y se le veneraba para protección contra rayos, truenos y relámpagos.

Los vascos han estado muy ligados a la casa, para ellos significa más que una vivienda ya que es donde sus moradores están unidos a sus antepasados. Hay una gran cantidad de creencias y ritos que apuntan sobre la relación con los difuntos. La casa era un espacio sagrado con papel esencial el Fuego del hogar.

En sus orígenes en los alrededores de la casa hacían un cementerio, aunque con el cristianismo se cambio la ubicación de los enterramientos. Surgió un culto familiar hacia los antepasados. En la muerte las almas se separan de los cuerpos y van a morar a puntos del subsuelo. Por las noches esas almas regresan a sus antiguas casas y podían ser invocadas para ayudar a los familiares vivos. En estas tradiciones era básico el papel de la señora de la casa (etxekoandre).

La Magia

La Magia tiene una presencia muy importante habiendo una gran cantidad de ritos mágicos así como de remedios médicos de índole mágica.

La palabra bruja (sorgin) tiene dos creencias. Una es el ser mitológico con poderes sobrenaturales, y otra la bruja que pacta con el Diablo, ocasiona mal de Ojo y maldiciones. El segundo caso fue el que tuvo una gran resonancia en las famosas persecuciones contra las brujas que por desgracia tuvo una gran incidencia en Euskal Herria. Los males provocados por las brujas eran invenciones y solo lograban confesarlos mediante tortura.

Era típico que se les atribuyera cosas leídas en libros de brujería y lo cual era confesado en base a la tortura y por otra parte y muy común también eran las acusaciones de brujería que existían como ajustes de cuentas encubiertos. Hubo muchos asesinatos por estas acusaciones los cuales fueron un ataque camuflado a Euskal Herria ya que todos vinieron tras la conquista por Castilla.

La figura del Amuleto en Euskal Herria fue mayoritariamente usada para evitar el mal de ojo o para evitar el acercamiento del diablo.

Mari, la divinidad femenina

Esta religión precristiana, aparentemente, estaba centrada en un genio o divinidad central de carácter femenino: Mari. Su consorte Maju o Sugar parece que pudo tener también cierta importancia. Se decía que cuando se reunían en las cuevas de las cumbres sagradas (según Toti Martínez de Lezea para fornicar), engendraban tormentas. Estas reuniones las celebraban los viernes por la noche, el día de los aquelarres. Los “Zezengorri” o “Behigorri” (Betizu), toros salvajes autóctonos de la zona, eran los encargados de proteger la entrada a las grutas donde habitaba la diosa y en las que además de haber mobiliario de oro corrían ríos de leche y miel.

De las diversas moradas que se le atribuyen destaca la del monte Anboto del que periódicamente partía cruzando los cielos como una luz brillante para ir a su otra morada en el monte Txindoki. Según una de las tradiciones, cada siete días La Dama de Amboto (Anbotoko Mari) viajaba desde su cueva en el monte Anboto a otra en otro monte (según cada historia, este cambia); el tiempo era húmedo cuando estaba en el monte Anboto, y seco cuando estaba en Aloña, o las cosechas son abundantes cuando está en la cueva de Supelegor (en Orozco).

La multiplicidad de Mari-s en el territorio no parece que supusiera un problema para quienes creían en ella, al igual que sucedió con las advocaciones a la Virgen María de las que en Euskal Herria, se decía que eran siete hermanas.

Mari aglutina en su ser otras entidades femeninas que involuntariamente con el paso del tiempo se han ido ocultando tras este nombre. Un rápido vistazo a la lista de localizaciones y formas de aparición de la misma denota la presencia de otras Maris.

Mari viene a significar madre, contracción de Amari (a la madre) según unos, contracción de María (madre de Dios) según otros. Cabe también que provenga de Matri dea o Cibeles, paralelismos y aras votivas no faltan para apoyar este argumento.

Además de las míticas también contamos con una Mari histórica, Mari Urraca, una princesa navarra de los siglos XI y XII a la que se le atribuye un hermano sacerdote y que otros tienen por esposa de Diego López de Haro, con lo que pasa de ser un personaje histórico a ser la legendaria Dama de Anboto.

Urtzi, el Jovis vascón

Cielo y dios era una misma cosa. Urtzi era el dios supremo siendo cada fenómeno atmosférico provocado por un personaje diferente. A estos personajes se les atribuían formas humanas aunque no dejaban de ser manifestaciones de la naturaleza.

Otra supuesta divinidad celeste era Urtzi (u Ost, Ortzi: se interpreta como cielo), asimilable al Júpiter latino o al Thor nórdico. La ausencia de referencias explícitas al mismo en la mitología vasca sorprende; sin embargo, que su nombre aparezca en los días de la semana, en el nombre de los meses y en fenómenos meteorológicos asociados a las tormentas, lo que nos pone sobre la pista de su relevancia al menos durante la época en la que se adoptó y normalizó el uso de la septimána en Euskal herria.

En la Edad Media, Aymeric Picaud, un peregrino francés, escribió sobre los vascos, diciendo: et Deum vocant Urcia (“y llaman Urci-a a su dios”; la -a es el absolutivo vasco, o un artículo de sufijo).

A la antigua religión vasca se la considera de carácter ctónico, teniendo todos sus personajes su morada en la Tierra y no en el firmamento, que aparece como un pasaje por el que Mari o Maju viajan de montaña en montaña o pastorean rebaños de nubes. Sin embargo, el cielo se percibe como algo mágico en esta mitología y todo lo que se acerca a él como montañas o incluso árboles es, en cierta medida, sagrado.

Genios o entidades mitológicas

Jentilak

Los jentilak, gentiles o paganos, son unos personajes de la mitología vasca dotados de fuerza sobrehumana.​ Lanzaban grandes peñascos hasta lugares lejanos y son los constructores de la multitud de cromlechs y dólmenes.

Los gentiles parecen representar al propio pueblo vasco pre-cristiano, montañés por excelencia.

Una leyenda narra el final de los jentiles, acontecido cuando estos divisaron una extraña luz en el cielo. No sabían qué podría significar y fueron a buscar al más anciano y sabio entre ellos. Cuando los cansados ojos de este consiguieron divisar el fenómeno dijo: “Esa luz anuncia la llegada de Kixmi (Cristo), es el fin de nuestra raza.” Y dicho esto, todos los jentiles corrieron a una cima a esconderse bajo tierra.

Otra versión narra que uno de ellos se salvó convirtiéndose al cristianismo: este es el Olentzero que trae regalos a los niños vascos por Navidad.

Equivalente a gigantes. Eran un pueblo legendario de la Edad de Piedra que vivía en las tierras altas y que no conocía el hierro. Muchas leyendas dicen que eran muy grandes y muy fuertes, pero que fueron desplazados por los ferrones, o herreros, hasta su total desaparición. Eran paganos, pero uno de ellos, Olentzero, supo de la llegada de Jesucristo y fue a dar la buena nueva a todos los habitantes de su tierra; pues con este nacimiento todos los seres mitológicos antes descritos desaparecerían para siempre.

Olentzero, después de encerrar a los demás jentiles en una Cueva, marchó a dar la noticia. Después de eso la tradición cristiana lo ha convertido en carbonero y trae Carbón a los niños malos por Navidad y regalos a los buenos en el País Vasco, Navarra y los territorios vascofranceses. Todos estos seres mitológicos son la base de muchos topónimos, como Jentilbaratza.

Es de destacar que figuras similares pueden encontrarse en las mitologías de toda el área cantábrica y en Galicia, donde también se habla de mouros, mouras, bueyes que guardan las cuevas y xentis (gentiles). Asimismo destaca la figura de una misteriosa Raiña Lupa o Reina Loba, que aparece como el ama de las tierras donde se instala el sepulcro del Apostol Santiago, lo cual reconduce a la idea de la diosa como encarnación del territorio.

Rastros del mismo sistema de creencias se pueden encontrar por toda el área mediterránea y Atlántica Europea, lo cual podría apuntar a un origen Neolítico de tales creencias, anterior incluso a la llegada de los indoeuropeos, como indican las semejanzas entre las versiones vascas y las de zonas.

Las leyendas también hablan de muchos genios, como:

440px Euskal Jainkoen Familia | Mitología Vasca | Mitología

Lamiak, equiparables a las sirenas, ninfas y hadas de otras culturas; es resaltable que algunos toponímicos recogen este nombre, como Lamiako;

Mairuak, constructores de los crómlechs o círculos de piedras, que literalmente quiere decir Moros; en este aspecto hay que apuntar que en muchas partes de España se denomina genéricamente Moro a los seres mágicos, como por ejemplo a las encantarías o hadas pirenaicas aragonesas también se les denomina moras o moricas;

Iratxoak, similares a los duendes de otras culturas.

Sorginak, (leído en castellano sorguiñak, plural de sorgin) seguidoras de los preceptos de Mari, demonizadas bajo el prisma de la iglesia católica que tradujo el término como “brujas”. Según la creencia popular esta denominación encierra en sí mismo a un ser o seres mágicos que tienen la capacidad de ocultar su condición en forma de mujeres normales (durante el día) y que pueden actuar mediante actos mágicos en el curso natural de las cosas una vez adoptan su condición real (mayormente al amparo de la noche) . La etimología del nombre es algo discutido y discutible, si bien la traducción más aceptada popularmente procede de la unión de las palabras “sortu” y “egin”, que significan crear y hacer respectivamente. Otro nombre con el que se refiere a estos seres parece dar alas a las ideas revisionistas y empoderadas que creen que las sorguiñas eran simples curanderas o adivinas;

Belagile, que vendría a significar boticaria en la medida que la palabra parece estar formada de las palabras belar y egile, hierba y hacedor/a respectivamente.

Basajaun Literalmente Señor del Bosque, resultado de la unión de las palabras Baso y Jauna, bosque y señor respectivamente, cosa en la que todos los estudiosos coinciden. Bajo esta denominación parecen aglutinarse diversos seres o personajes a través de la historia e incluso hoy en día existe la creencía (bastante extendida) de que representa la prueba del contacto de los hombres de cromagnon y los neandertales en tiempos prehistóricos, eso sin mencionar a los criptozoólogos que lo han llegado a llamar Yeti vasco y todavía confían en encontrarlo. Como ser singular

Basajaun es el señor de la naturaleza, equiparado al romano Silvano de quien parece coger prestado el nombre y algunas de sus funciones. La creencia en este ser o seres se encuentra diseminada por los territorios colindantes al Pirineo. En la parte aragonesa se conoce en algunos lugares como basajarau, y en la parte catalana también se recogen mitos similares bajo la denominación de simiots, como recoge Violant i Simorra. En algunas leyendas un héroe culturizador se acerca a un grupo de Basajaun-s a los que logra sustraer diversos secretos: el del cultivo del trigo, el de cómo confeccionar molinos de aliso, la forma de crear la sierra y cómo soldar el hierro; avances más propios de culturas indoeuropeas que de un presunto genio o genios de la naturaleza prehistóricos.

Martin Txiki (“Martín el Pequeño”) o Mattin es uno de los personajes legendarios que bajo otros nombres y en diferentes épocas han representado a los seres humanos. Es el héroe culturizador que vence en el enfrentamiento, poniendo en valor la inteligencia para resolver y superar problemas aparentemente irresolubles.

Mamarro, son los duendecillos del hogar, que también se conocen en otras partes del Pirineo como “enemiguillos”, o en la parte aragonesa de la cordillera como “nemos”, que pueden ser benéficos o traviesos, pero también se da algún caso en el que un humano (frecuentemente un cura) los ha domesticado temporalmente.

Gizotso, del que apenas tenemos noticia a diferencia de otros pueblos, es el nombre dado en vasco al hombre lobo

Akerbeltz, macho cabrío negro, famoso a raíz de las declaraciones arrancadas a las “brujas” por los inquisidores, al que sentaron a presidir los aquelarres. Si tuvo un lugar en el panteón de creencias de la primitiva religión vasca no parece que fuese el de representar a Satanás, Belcebú o cualquier otro ángel caído que pudiera invocar algún temeroso católico.

Otros personajes de la mitología vasca son Gaueko, Tartalo, los galtzagorris, el dragón primigenio o Herensuge, etc.


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